miércoles, 14 de mayo de 2014

"Necrotesta Pedófaga" en Chile del Terror













Ilustración por All Gore







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Ya habían perdido la cuenta de cuantas botellas de ron se habían bebido. El único indicio de que llevaban muchas horas sentados en el roquerío, era el sol escondiéndose en el mar.
Germán se vio atacado por un retortijón fulminante que lo llevó a aventurarse en un riesgoso pero necesario descenso hasta perderse de vista de su grupo. No podía permitir que Lucía lo viese cagando, ni mucho menos limpiarse con diario. Cuando el sudor le perlaba la frente y bañaba el lugar donde unas pelusas presagiaban un bigote, su esfinter estaba a punto de claudicar. Encontró el lugar preciso donde no podría ser visto desde arriba y tenía el espacio suficiente para asirse y evacuar relajadamente dentro de sus posibilidades. Entre los tiritones que el esfuerzo por contener lo sacudían y la lucha por soltar el cinturón, el viento trajo un sonido escalofriante, una gélida expresión del horror.
            Los gritos sofocados de una niña.
          Siguió el sonido lo mejor que pudo hasta que, al asomarse a la orilla se encontró con que unos metros más abajo, muy cerca de donde rompían las olas, un hombre con los pantalones en los tobillos, yacía sobre una pequeña, embistiéndola. Le gritó que la dejara, que se detuviera; mientras buscaba la forma de bajar a auxiliarla, pero el hombre lejos de parar se volvió con una mirada torva y una sonrisa desencajada. Germán vio que tenía un cuchillo presionado contra la garganta de la niña, al separarlo dejó una línea sangrante. Alzó el brazo y clavo repetidamente la hoja en el abdomen de la pequeña, sin dejar de sacudirla con sus caderas. Germán, al ver que no alcanzaba a llegar tomó una roca y la lanzó, consciente de que podría golpear a la niña. Al menos la liberaría del horror. Al soltar el proyectil se desequilibró y cayó incluso antes que este, golpeándose y rebotando contra las piedras.
            Un delgado hilo de conciencia le permitió ver cómo dos cuerpos se unían a él en la danza agónica de agua salada, sombras y sangre.

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