La Domi está muerta.
Y esta vez no lo digo metafóricamente. No está muerta de risa, ni de cansancio. Está muerta.
Y lo peor es que sigue limpiando, barriendo y cocinando. O por lo menos eso cree ella, si es que los muertos que caminan pueden creer en algo.
Como mi diario se perdió en el cambio de casa, voy a resumir un poco lo que ha pasado en este último tiempo.